Adiós a un ser querido
Actualizado: jun 25
¿Cómo afrontar la pérdida de un ser querido en tiempos de pandemia?
Adiós
Cómo despedirse de los seres queridos que mueren durante la pandemia.
La muerte no deja tranquilo al ser humano. Nunca lo ha dejado en paz. El intento de alejar la angustia por la muerte de frases como: «yo le temo a la muerte» es patético en su incapacidad de alcanzar su objetivo: la muerte no se puede conocer porque para poder conocerla se debería morir pero, cuando muerto, uno no conoce. Así, la muerte es lo más desconocido. Y el ser humano puede controlar cualquier miedo, menos a lo desconocido.
No basta con un esfuerzo de autocontrol, o con repetirse frases para lidiar con la muerte, con la pérdida con el dolor horrible que produce la pérdida de un ser querido.
Hasta donde sabemos, el rito siempre ha acompañado la separación de un ser querido. El cuidado de su cuerpo bajo la forma del entierro, de la cremación del embalme, la reunión de parientes, amigos, conocidos. La prohibición de hablar mal del muerto. Las lágrimas. Las conversaciones en voz baja. Los abrazos. Las oraciones fúnebres. Todo esto, es parte de un ritual donde nos dejamos acompañar por otro, por otros en nuestro dolor. Lo compartimos de alguna forma y así se hace un poco más llevadero.
El ritual es también un cierre. Es un punto de inflexión. Es el punto en el cual enfrentamos la definitividad de la muerte.
Le dijimos al muerto «Adiós».
En estos extraños tiempos de pandemia, todo este ritual que gira en torno a la muerte no puede llevarse a cabo como de costumbre. Se nos obliga a ser más escuetos. Pocas personas. Nada de misa de difuntos. Unas pocas e intensas oraciones.
Desde esta perspectiva, creo, estas circunstancias obligan, sobre todo a nosotros los cristianos, a mirar más que al rito, a su significado más profundo. Para nosotros, en efecto, la fe nos abre una posibilidad que otros no tienen: la de decir «Adiós» en su significado literal de A-Dios. Es decir, de vivir el momento de la muerte de un ser querido confiándolo a la bondad infinita del Señor. Decir A-Dios y no una simple despedida, implica por nuestra parte el esfuerzo de afirmarnos en la fe. Implica emprender un gesto de oración, en el cual renovamos la memoria de todos los gestos de ternura, bondad y misericordia de Dios para con nosotros, para que de esta manera, se afirme nuestra certeza de que la bondad de Dios se extiende también a la persona que ha fallecido. Este gesto de oración debe también, necesariamente, centrarse en el gesto más atrevido de ternura y de amor que el Señor ha tenido con nosotros: su resurrección.
Es por medio de una profunda oración que renueva la fe, que el Cristiano puede, si las circunstancias lo requieren, poder vivir sanamente la muerte de sus seres queridos, también en tiempos donde no se puede contar con la belleza del rito.
Oración por los difuntos
Padre santo, Dios eterno y Todopoderoso, te pedimos por (el nombre del difunto), que llamaste de este mundo.
Dale la felicidad, la luz y la paz. Que él, habiendo pasado por la muerte, participe con los santos de la luz eterna, como le prometiste a Abraham y a su descendencia.
Que su alma no sufra más, y te dignes resucitarlo con los santos el día de la resurrección y la recompensa.
Perdónale sus pecados para que alcance junto a Ti la vida inmortal en el reino eterno.
Por Jesucristo, Tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo.
Amén.
(Rezar un Padrenuestro y un Ave María)
Dale, Señor, el descanso eterno y brille para él tu luz (3x).
Fuente de la oración:
https://es.aleteia.org/2016/09/19/oracion-por-los-fallecidos/