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Las palabras del padre Pablo Palma, sacerdote diocesano párroco de la parroquia Jesús Servidor, parten a raíz del mes de la Solidaridad -consagrado en honor a San Alberto Hurtado- pero son la puerta para algo mucho más grande. Más que un "mes" solidario, que ya se termina, esta vez queremos que este periodo sea “eterno”, que la solidaridad sea un estilo de vida.

Este año, marcado por la crisis global, nos ha interpelado con fuerza para traernos el mensaje que nadie se salva solo, que hoy la solidaridad no puede ser una opción: es nuestra única opción.

Como nos hacía reflexionar el Papa Francisco en su inédito discurso por el coronavirus, ante una plaza de San Pedro vacía, "los seres humanos han descubierto que no pueden seguir cada uno por su cuenta, sino sólo juntos y que nadie se salva solo". Frente a una cultura del consumismo y el individualismo que genera “descartados” y que nos conducen al colapso social y ambiental, la “globalización de la solidaridad” es el único camino que valora adecuadamente la dignidad de todo ser humano. Un camino que no es esporádico, sino que debe durar toda la vida.

Los distintos proyectos de la Pastoral UC nos invitan a conocer su misión y acción, en relación este rol solidario que nos une a Cristo.