Teresa Humana
Conmemorando los 100 años de la muerte de Santa Teresa de Los Andes, recordamos su vida y obra en la nueva sección "Conociendo a Teresa". En esta primera ficha, te invitamos a conocer a Juanita Fernández Solar (1900-1920), la primera santa de Chile, en su dimensión humana: sus virtudes y defectos y el camino de transformación que recorrió.
Santa Teresa de Los Andes fue una mujer alegre, apasionada y llena de vida.
Con tan solo 18 años, era capaz de intuir, aconsejar y acompañar.
Sin embargo, Juanita no siempre fue así: tuvo que vivir una lenta transformación, pues en su personalidad coexistían caracteres muy dispares. De Lucía Solar, su madre, heredó un carácter fuerte y decidido, pero a la vez iracundo y rabioso. De su padre Miguel Fernández, un corazón sensible y cariñoso, pero también, una tendencia a la pereza y al desánimo.
En su diario se descubre claramente la lucha interior que vivió desde niña, pero también, ese conocimiento propio que la hacía hilar tan fino y lo muy en serio que se tomó el ser discípula de Cristo.
A los 15 años, Juanita escribió en su diario:
Diario 5: “Desde este período mi carácter se puso iracundo, pues me daban unas rabietas feroces; pero eran muy de lejos. Después nadie me sacaba de paciencia. Los niños, mis hermanos, lo hacían a propósito. Me decían muchísimas cosas para hacerme rabiar, pero yo seguía como si no los oyera. Por esto mi mamá me hizo regalona; pero después, cualquiera cosa que me contrariaban me ponía a llorar y me daban llantos histéricos.
Cuando nos fuimos a Chacabuco, fue con nosotros una prima de mi mamá que no me podía pasar, y la Rebeca era la regalona. Con esto sufría como no es posible imaginar; pero yo con ella era terrible, no le soportaba nada…
En el mes del Sagrado Corazón, yo modifiqué mi carácter por completo. Tanto que mi mamá estaba feliz de verme prepararme tan bien a mi Primera Comunión.
Me costaba obedecer porque, sobretodo cuando me mandaban, por flojera, me demoraba en ir. Entonces me dije a mí misma que, aunque no me mandaran, iría corriendo primero que los otros. No peleaba con los niños. A veces me mordía los labios y me apresuraba para vestirme. Hacía actos, los que apuntaba en una libreta. Tenía llena la libreta de actos”. -
Lee más sobre sus diarios en el siguiente link
El testimonio de una compañera de colegio, desde 1915 a 1918, refleja el cambio que Juanita experimentó:
“Tranquila de carácter, debido al control que ella ejercía sobre sí misma, porque se notaba de temperamento fuerte y decidido. Tenía gran equilibrio en todas sus acciones: sabía compenetrarse del lugar y ocasión en que se encontraba. En la clase era atenta y estudiosa; en los recreos, alegre; en la capilla, muy piadosa. A cada cosa le daba su valor, porque tenía un fin superior: la voluntad de Dios. Nunca la vi enojada o llorando. Su humor era parejo y amable”.
Positio, Testimonio de Graciela Espinoza.
“Teresa de Los Andes experimentó desde muy niña la gracia de la comunión con Cristo, que se fue desarrollando progresivamente en ella con el encanto de su juventud, llena de vitalidad y de jovialidad, en la que no faltó, como hija de su tiempo, el sentido del sano esparcimiento y del deporte, el contacto con la naturaleza. Era una joven alegre y dinámica; una joven abierta a Dios. Y Dios hizo florecer en ella el amor cristiano, abierto y profundamente sensible a los problemas de su patria y a las aspiraciones de la Iglesia”
San Juan Pablo II, homilía en la Misa de Beatificación, 3 de abril de 1987, Santiago de Chile.
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CANCIÓN:
Solo en Dios - CD “Solo en Dios”, p. Cristóbal Fones SJ
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