¿Te atreves a abrazar tu cruz?

Actualizado: 14 de sep de 2020


“El que quiera ser discípulo mío debe negarse a sí mismo, cargar con su cruz diariamente y seguirme. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mi causa la encontrará” (Mt. 16:24). Jesús nos hace una invitación clara. ¿Estamos dispuestos a responderle?


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¿SABÍAS QUE?

La Cruz era un instrumento de tortura desde antes que la usaran los romanos, reservándose para los peores criminales. En ella fue que murió Jesús, como culmen de la Pasión que vivió al cargar con nuestros pecados. Esta entrega de Cristo en la Cruz simboliza —sobre todo— el triunfo del amor sobre el mal en el mundo, el que renovamos en Semana Santa. Como dice el Papa Francisco, Cristo “ha transformado la Cruz, de ser instrumento de odio, de derrota, de muerte, en un signo de amor, de victoria y de vida” (Discurso en el Vía Crucis de la JMJ Río 2013).


¿Por qué debo aceptar el sufrimiento en mi vida?

Los cristianos no debemos buscar el dolor en sí mismo, pero hay veces que sufrimos inevitablemente por condiciones que no podemos controlar. En ese sentido, hablamos de que cada uno lleva consigo una cruz; ya sea una enfermedad, un problema familiar o cualquier tipo de dificultad. Es un aspecto de nuestra vida que nos acompañará en nuestro caminar. Heridos por el pecado, el dolor es parte de la condición humana, pero Cristo nos redime con su muerte y le da un nuevo fin al sufrimiento: la alegría de nuestra resurrección en Él.


En su camino al Calvario, el Señor nos muestra cómo debemos hacerle frente a esa cruz que Él ya cargó por cada uno de nosotros. Nos invita a aceptarla libremente, a abrazarla y a compartirla con Él, para cargarla juntos. Cristo nos quiere decir: “¡Ánimo! No la llevas tú solo. Yo la llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, a darte vida» (...) [porque] no hay en nuestra vida cruz, pequeña o grande, que el Señor no comparta con nosotros” (S.S. Francisco, Discurso en el Vía Crucis de la JMJ Río 2013).


¿Cuesta abrazar la propia cruz? ¡Claro que sí! Pero acompañados por Cristo, el camino se hace más llevadero.



Si quieres conocer cómo otros han cargados sus cruces, te invitamos a escuchar estos testimonios:


Felipe y José, ante la mirada de Dios

Esta es la historia de Gonzalo Cruzat, cuyo hijo Felipe falleció a los 11 años esperando un trasplante de corazón, y cómo a partir de esa experiencia él aprendió a aceptar la voluntad de Dios.


La dificultad, el amor y la felicidad

“Cuando nosotros pasamos por el dolor, lo que hacemos es valorar aquello que nos está costando. Y cuando valoramos cuidamos, queremos y apreciamos”. Con esas palabras, María Teresa Claro, quién nos enseña a ver el sufrimiento como un camino hacia la felicidad, desde la perspectiva de su enfermedad.


Abrazar la cruz para salvarse

A lo largo de su vida, Francisca Infante ha vivido momentos duros junto a su familia debido a un problema en la gestación de sus hijos. Escucha cómo Cristo intercedió y la ayudó a afrontar este proceso a través de la fe.


¿Qué nos dice el Youcat sobre nuestra cruz?


Jesús dijo:


«El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» (Mc 8,34). Los cristianos tienen la tarea de mitigar el dolor en el mundo. Sin embargo, siempre habrá dolor. En la fe podemos aceptar nuestro propio dolor y compartir el ajeno. De este modo el dolor humano se hace uno con el amor redentor de Cristo y con ello se hace parte de la fuerza divina que transforma el mundo hacia el bien”



Fuente: Ediciones Encuentro