¿Para qué educar?- Educación de fe en los niños
¿Tendrán fe nuestros hijos? Es una pregunta que muchos padres se hacen ¿Pueden ser los tiempos de pandemia, tiempos para educar en la fe? Abramos las puertas de nuestras casas para educar en la fe
La educación que conocemos hoy en día tiene una función principalmente cualificadora, es decir, busca dotar a los niños y jóvenes de ciertas “credenciales” con las cuales desenvolverse en el mundo adulto y donde, muchas veces, la centralidad del proceso de educar ha estado puesta en un saber práctico e instrumental. La competencia y el individualismo tienen un rol protagónico.
Sin embargo, la vuelta a la educación doméstica que nos ha traído la pandemia, ha puesto en el centro los procesos de enseñanza y aprendizaje entre padres e hijos, en el hogar, en casa. Tradicionalmente la educación tuvo un espacio privilegiado en el entramado de relaciones familiares, donde padres y hermanos dedicaban largo tiempo a educar a los más jóvenes de las familias.
Discernir qué enseñar, si bien quedaba a libre arbitrio de aquello que era importante de transmitir para las familias, se basaba principalmente en un fuerte sentido de la tradición, de experiencia y del conocimiento acumulado, traspasando intergeneracionalmente lo que era importante para la supervivencia y el desarrollo de todas las potencialidades del ser humano. En ese nicho, para el mundo católico, la fe y la vivencia de Dios eran algo clave de contagiar a través de una experiencia viva. Investigaciones actuales remarcan este rol de traspaso intergeneracional de la fe y afirman con propiedad que es por medio de las vivencias más tempranas donde se aprende a amar a Dios. Lo anterior demuestra que esta puede ser una oportunidad para retomar la oración en familia, para volver a poner a Dios en el centro, y así ofrecerle cada momento y acción..
Te invitamos a ver el siguiente video del Papa Francisco sobre como comunicar la fe en la familia.
Además, te invitamos a ver la siguiente charla REC. La fe, el dolor y la amistad, 3 regalos que León y María de la Paz recibieron de sus padres, y de los que día a día dan testimonio, luego de su partida.