Pacifistas, no pasivos: reflexiones en el Día Internacional de la Paz

Este 30 de enero se celebra en todo el mundo el Día de la Paz, conmemorando la muerte del líder pacifista Mahatma Gandhi, que murió defendiendo la resistencia pacífica frente a la injusticia. ¿Qué entendemos hoy por paz? ¿Cuál es nuestro rol como sociedad, y especialmente como católicos en la construcción de un mundo pacífico? El historiador Claudio Rolle nos comparte su visión al respecto.

¿Cómo ha ido cambiando lo que entendemos por paz?


La concepción de la paz ha ido cambiando sustantivamente desde épocas más lejanas, donde era entendida en términos de lo opuesto a la guerra o la ausencia de ella. Con el tiempo, sin embargo, aparece la idea de las guerras ya no entre estados, sino internas, las sociales, lo que hace que la concepción de la paz vaya cambiando. Comienza a verse como una meta a alcanzar, no solo como la ausencia de guerra. Se va acercando a la noción de la solidaridad, de justicia. Sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial se concibe como una lucha por la equidad y por el reconocimiento de los derechos de las personas, y busca promover algo que es propiamente humano que es la capacidad de dialogar, de discutir, de llevar a cabo proyectos de encuentro.

¿Cómo influyen distintos personajes en este proceso?


Figuras como la de Gandhi son interesantes, personas que adoptan el rol del no violento. Eso adquiere en él un sentido público y político, de tener una postura activa, jugársela por la promoción de esta paz. Así mismo está el Papa Juan XXIII, que tuvo una participación activa en la crisis de los misiles, (que fue cuatro días después de la inauguración del Concilio Vaticano II) y se puso en contacto entre los líderes de EE.UU. y la URSS para entablar un diálogo que se había cortado. Y queda dándole vuelta a este tema, y encarga preparar una encíclica sobre la paz: “Pacem in Terris” que aunque vaya a cumplir 60 años, sigue siendo una pieza fundamental en una construcción sobre la paz (y es dirigida a los fieles pero también a “todas las personas de buena voluntad”, siendo la primera en hacer esta apertura). Este Papa (Juan XXIII) dice que cualquier idea sobre paz debe fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Es un poco como la salud, que si la queremos tener, la debemos cultivar y cuidar.


Tanto en Gandhi o el Papa vemos una paz construida, no accidental. La construcción de un estado mejor, no es pasiva, sino que es exigente; se debe construir día a día.

¿Cuál es el rol del cristiano en la construcción de la paz?


Hay un aforismo que nace en la comunidad cristiana en la época de Juan XXIII y de forma invitante con Pablo VI, cuando escribe “Populorum Progressio”, el 67, que dice que “la justicia es el nuevo nombre de la paz”. Ahí se establece una tarea, algo que hay que construir. La misión del cristiano en el mundo moderno, la búsqueda de una vida mejor para las personas, es una forma de servir al Evangelio, buscando un desarrollo integral sobre los principios de justicia, amor, libertad y verdad, y se plantea como reto a los católicos: que no hay que esperar que llegue, sino que hay que trabajar para lograr la paz.

¿Qué deberíamos hacer para promover la paz en un Chile con tanto desencuentro?


Resistir el rol de la comodidad, ese quedarse con que “esto siempre ha sido así”… Puede que sea cierto que en la humanidad siempre ha habido guerra y desencuentro, pero no significa que no podamos luchar contra la fatalidad de que las cosas siempre han sido iguales. Tenemos un desafío particularmente interesante para un país que vive un proceso constituyente como el nuestro. Los pacíficos no tienen que ser pasivos, sino activos: practicar la empatía, preguntarnos cuáles son las causas de nuestros conflictos, como el de la zona de la Araucanía, por ejemplo. Tenemos el desafío de construir una sociedad más pacífica, que baje los niveles de desconfianza, que pueda proyectar juntos.