La misericordia de Dios no descansa

Actualizado: 14 de sep de 2020

El Padre Federico Ponzoni, asesor de la Pastoral UC, nos da algunas ideas sobre la confesión en tiempos de cuarentena.

#Confesión #Oración #Sacramentos


Muchos de nosotros tenemos la costumbre y el deseo de confesarse. El tiempo de cuarentena nos pone dramáticamente delante de nuestra fragilidad, de nuestro límite, de nuestra incapacidad. La enfermedad nos pone delante de la precariedad de nuestra vida. El encierro, en cambio, inevitablemente nos pone delante de nuestra fragilidad moral. Nadie puede haber atravesado estos días de permanencia forzada en la casa sin haber fallado en el amor.

Quien tiene fe no se escandaliza de su propio límite, de su propio pecado, de su propia fragilidad, al contrario, ve en su error una ocasión que hace aún más necesario acercarse a Dios, pidiendo su perdón.

En tiempo de cuarentena entonces, sentimos con aún mayor urgencia la necesidad de recibir el perdón de Dios. Más aún la precariedad de la situación nos genera la necesidad de tener certeza de haber sido perdonados, de estar seguros que Dios escuchó y de que estamos reconciliados con Él. Como nunca, entonces, hace falta el gesto tan concreto, tan humano de contar los propios pecados frente a un ministro de Dios en carne y hueso, que, justamente por ser de carne y hueso, me puede transmitir la certeza, carnal y humana, de que Dios sí perdonó, de que la reconciliación sí tuvo lugar, de que la misericordia de Dios nuevamente ha ganado de nuevo sobre el juicio.

Sin embargo, para muchos confesarse, en este tiempo de pandemia, se ha vuelto imposible.

Entonces…

¿Dónde queda mi deseo de ser perdonado?
¿Dónde queda mi deseo de reconciliarse con Dios?

Queda en la infinita misericordia de Dios. Nada sustituye la confesión. Ningún gesto humano, ninguna iniciativa humana, por muy piadosa que sea puede tomar el lugar de una divina. Sin embargo, Dios y la Iglesia no dejan en entredicho el deseo de reconciliación del ser humano. Sin embargo, alguien que no puede confesarse puede entregar en las manos llenas de bondad de Dios su deseo de ser perdonado. En la oración puede hacerle a Dios un listado de los pecados que ha cometido, e implorar perdón para cada uno de ellos. Y Dios no podrá hacer otra cosa que tratar al pecador que desea volver a Él, como el hijo de la parábola del Padre misericordioso: acogiendo con sobrecogedora dulzura y alegría.

¿Si me muero sin confesar me iré al infierno?

Se debe responder con una pregunta: el Dios de la misericordia y del perdón, el Dios que nos enseñó a perdonar «Setenta veces siete», el Dios que se alegra más por «Un pecador arrepentido que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento» ¿Dejará que alguien que le manifestó en la oración su deseo de volver a Él se pierda sólo porque no logró encontrar a un sacerdote en tiempos de pandemia?


El mismo catecismo de la Iglesia católica en el n. 1422 nos da esta certeza cuando explica que un acto de “Contrición perfecta”, es decir, un arrepentimiento doloroso y profundo que nace de la conciencia de haberle faltado a Dios en el amor, perdona hasta los pecados mortales, con que uno resuelva confesarse con un sacerdote cuando tenga la oportunidad de hacerlo.



Te invitamos a mirar la liturgia penitencial en cuarentena que realizó la Pastoral UC







Además, te dejamos el siguiente link donde podrás encontrar un complemento para realizar tu examen de conciencia.