Incertidumbre
Desde Brighton, Inglaterra, Julia Eugenia Martínez, periodista y colaboradora de la Pastoral UC habla sobre las fiestas de fin de año en medio de la incertidumbre.
Esta será mi primera Navidad en Brighton, Inglaterra. Llega en un momento en que todo, absolutamente todo, es incierto. Comenzó la vacunación, pero nadie sabe cuánto dura la inmunidad y el virus seguirá reinando si muchos se niegan a ponerse la vacuna. Incertidumbre total si colegios y universidades continuarán abiertos después de las fiestas. No se sabe si los abrazos de Año Nuevo harán colapsar los hospitales. Muy lejano aún el día en que volvamos a “la normalidad” que conocíamos. Quizás nunca será la misma.
El panorama se ve como el tiempo: nublado, neblina, lluvia, quizás nieve, y oscuridad a las cuatro de la tarde. Por eso entiendo que, en medio de esta incertidumbre, uno aprecia las decoraciones luminosas en las ventanas de las casas y en los jardines delanteros. Al menos, avanzamos por las calles mirando quien está más iluminado con los adornos guardados año a año. Por afuera iluminados y por dentro tristes al no poder juntarse a celebrar con los parientes y amigos.
¿Qué va a suceder? ¿Qué haremos esta navidad? No lo sabemos. Las tiendas no logran vender lo que tenían programado. Las familias se resignan a no visitar a los que están lejos y las residencias de ancianos son fortificaciones que impiden las visitas. En esta situación sombría y deprimente recibí con interés la invitación de mi hija a realizar una corona navideña para colocar en la puerta de mi departamento.
Aquí va la receta: Se parte por comprar una estructura de metal y una bolsa de “moss/musgo” que viene muy mojado y que se pone en el círculo amarrándolo con un hilo de metal. Luego se buscan todas las bolas rojas, doradas y blancas guardadas los años anteriores. Todo sirve, desde cintas de colores y letreros que dicen Merry Christmas o conos de pino pequeños. Un toque de creatividad lo dan las naranjas tostadas al horno con clavos de olor y los palitos de vainilla. Sin embargo, lo más importante son las hojas de los arbustos perennes como hiedra, acebo, muérdago y romero. La verdad es que las calles están llenas de ellos y uno también puede tocar la puerta en una casa y pedir permiso para sacar unas ramitas. El resultado depende del gusto de cada quien, pero siempre es mejor menos que más.
Colocar mi propio adorno navideño me levantó el ánimo y fue alabado por mis vecinos. Me di cuenta de que esta tradición de adornarlo todo, llenando todo con muchas luces, tiene también un sentido, sirve para iluminar un mes de oscuridad y esperar una llegada. Para algunos esa espera tendrá un significado religioso; para otros, en este año de pandemia, será salir de la incertidumbre.
En el fondo para todos será como rodear la estructura de esa corona de navidad no con ramas, bolas de colores, cintas y naranjas tostadas al horno sino con tres palabras fundamentales que lo dicen todo: fe, esperanza y caridad.
Julia Eugenia Martínez
Periodista y colaboradora Pastoral UC