Devoción y tradición: la historia del Cristo de Mayo

Actualizado: 13 de may de 2020

¿De qué se trata esta tradición? ¿Por qué se venera esta imagen? ¿Cuál es su historia? Te invitamos a conocer un poco más del Cristo de Mayo, su celebración religiosa, origen, devoción y manifestación artística y cultural.

Todos los años, cada 13 de mayo, cientos de fieles se congregan en la Iglesia de San Agustín, en Estado con Agustinas, para ir en procesión por las calles del centro de Santiago junto a la figura del Cristo de Mayo —o Cristo de la Agonía—. Sin embargo, este 2020 se hará una excepción debido a la cuarentena y al avance de la pandemia del Covid-19.


El gran terremoto

Era un lunes normal en el Santiago de la época colonial. Aquel 13 de mayo de 1647 transcurrió sin novedad hasta llegar la noche, cuando “sin que nada los hiciese esperar, ni anunciarse, se sintieron repentinamente un ruido y un sacudimiento extraordinarios [...] El sacudimiento fue tan violento, que hubiera podido temerse que la tierra se dividiera en innumerables fracciones” (1). El terremoto de ese día generó el pánico entre los habitantes de la ciudad de Santiago, los edificios cayeron y las torres de las iglesias fueron las primeras que se derrumbaron. “Todas las casas, con rarísimas excepciones quedaron, o convertidas en montones de escombros o amenazantes de una ruina más o menos próxima” (1).

El templo de la orden de San Agustín también cayó casi por completo, con el fuerte movimiento de la tierra, a excepción de un muro que se mantuvo en pie, donde se encontraba intacta una imagen de Cristo Crucificado, entremedio de los escombros. Tal como mencionan cronistas de la época;


Todo se cayó a los divinos pies, como una reverencia, no sólo sin tocar el sacratísimo cuerpo, sino que también, sin apagar las dos antorchas que ardían a sus lados. Sólo hizo el terremoto en la santa imagen, el efecto de bajarle la corona, que estaba bien ajustada en la cabeza, hasta la garganta… Y aunque después se intentó pasarla a su lugar, no se pudo; y en esa forma, persevera hasta hoy” (1).


Ante el impacto de los santiaguinos por este suceso, la imagen del Cristo de Mayo comenzó a salir en procesión cada 13 de mayo, desde la Iglesia San Agustín hasta la Plaza de Armas de la ciudad (ida y vuelta), acompañado por las imágenes de Santo Tornino y la Virgen de los Dolores.

Un culto que prevaleció por la devoción de sus fieles y para evitar la repetición de los terremotos, y que ha perdurado desde los tiempos coloniales hasta hoy en día, salvo por dos o tres interrupciones; como en 1891 para la Guerra Civil y este año, por el contexto de pandemia y cuarentena.


Celebración actual

Para conocer más de esta tradición y la historia que la envuelve, el equipo editorial de Anclados conversó con el Padre José Ignacio Busta Ramírez, Prior Provincial de la Orden Agustina en Chile, quien contó sobre la celebración y las medidas que tomarán este año por la cuarentena.


¿Cuáles son los principales hitos que han estado presentes en la celebración del Cristo de Mayo?


El Cristo de Mayo sale en procesión por la calle Estado y al llegar a Plaza de Armas —frente al Portal Fernández Concha— hace un alto para rezar los tradicionales tres credos seguidos, en recuerdo del terrible terremoto del 13 de mayo, que, como dicen los cronistas de la época, tuvo una duración de tres credos rezados. A su vez, la presencia de la imagen del Cristo de Mayo en la Plaza rememora cuando fue llevado por orden del Obispo de Santiago de ese entonces, el agustino Gaspar Villarroel, para hacer de la Plaza de Armas, un campo de oración en medio de las ruinas de la ciudad tras el sismo.

La imagen fue para los santiaguinos de la época, un signo milagroso; debe haber sido impresionante ver el alto muro indemne del destruido templo, con la imagen del Cristo sin haber sufrido mayor rasguño que el deslizamiento de la corona de espinas hasta el cuello. Considerando la destrucción masiva de la ciudad de Santiago, el Cristo debió haber sido visible desde una o dos cuadras a la redonda. Eso impactó a la población sobreviviente, que tenía tanto por qué sufrir y llorar en esa noche terrible en que ocurrió el desastre natural.


¿Cuál cree que es la razón por la que esta fiesta ha sobrevivido y ha sido transmitida por generaciones?


Yo lo atribuiría a dos factores: el primero, la necesidad de ser parte de una fe enraizada en la tradición. El ser humano busca por naturaleza marcar el tiempo y el espacio con manifestaciones y ritualidades que le abran la puerta a algo más allá de lo cotidiano y que nos conectan con el Ministerio de Dios y con la fe de las generaciones que nos precedieron en la única y verdadera fe.

Conectarnos con Dios y con la fe del pasado y del presente nos habla de nosotros mismos, de nuestra identidad más profunda, y así enraizados sobre un terreno fértil y firme, proyectarnos hacia el futuro. No hemos sido creados sólo para alcanzar un bienestar material, sino para descubrirnos a partir de ese arraigo inmanente y trascendente al mismo tiempo. Nuestra patria, a diferencia de otras latitudes, tiene tan poco que preservar porque los desastres naturales nos han quitado o erradicado muchos puntos que nos conectan con Dios y con la tradición de la fe del pueblo de Dios.

La imagen y la devoción al Cristo de Mayo parece desafiar este devenir tan nuestro, justamente porque surge como devoción a partir de una realidad de desastre que desafía y, por ello, se transforma en signo de esperanza para el pueblo chileno como recuerdo de la presencia de Dios que no cambia, más allá de los terremotos y demás desastres que agrieten nuestra geografía.

En segundo lugar, sin diferir tanto del argumento anterior, la devoción al Señor de Mayo es una devoción chilena, porque nace de algo tan nuestro como un terremoto. Responde a una emergencia que asalta nuestro país de cuando en cuando, y por eso es tan elocuente.


Desde su experiencia, ¿Cómo ha visto esta tradición y cómo describiría la conexión de los fieles con la imagen?


Está muy arraigada entre la gente. He sabido incluso de personas que viene desde el extranjero a visitarlo por la fama que —de alguna manera— trasciende nuestras fronteras. Por una parte, tenemos a los devotos que oran a los pies de su imagen y lo visitan sobre todo los viernes —en memoria de la muerte del Señor, el Viernes Santo— que se ha transformado en el día en que se reza su oración en todas las misas.

Por otra parte, tenemos a los curiosos que vienen con un interés de carácter histórico, sobre todo por la supuesta vinculación de la imagen con la figura de doña Catalina de los Ríos y Lisperguer (1605 - 1665), más conocida como la Quintrala. Según las inexactas noticias difundidas por Benjamín Vicuña Mackenna, y que dan pie a la leyenda popular, la imagen habría sido confeccionada con un árbol de naranjo de la casa de la Quintrala y que además, esta habría sido guardada en su hogar, en cuyo contexto habría ocurrido la supuesta escena inmortalizada por una teleserie de los ‘80, en que la dama habría regañado a la imagen diciendo “no soporto tener en mi casa a hombres que me ponen mala cara”, en alusión al rostro expresivo de la imagen del Cristo. Sin embargo, cabe mencionar que la imagen fue elaborada por Fray Pedro Figueroa y ha permanecido en dependencias del templo agustino desde sus primeros años (1608), por lo que jamás estuvo bajo el techo de la Quintrala.


En el contexto que estamos viviendo, ¿Cuál es la situación para este año sobre la celebración de la fiesta del Cristo de Mayo?


Para este año, hemos pensado transmitir la Santa Misa el 13 de mayo por vía telemática; esto es, a través del streaming de Facebook.

Considerando la cuarentena total que vivimos en la comuna de Santiago, no es pertinente realizar la tradicional procesión por las calles como de costumbre. Por lo tanto, esta típica actividad asumirá también una virtualidad, por lo que lanzo desde ya la invitación a seguir la Santa Misa a través de la página de Facebook “El Señor de Mayo - Templo San Agustín de Santiago”


Cultura sísmica y arte

Durante 2019 —del 15 de marzo al 10 de agosto— se llevó a cabo la muestra “Terremotos: Cristos milagrosos en el arte virreinal sur andino”, en la Sala Gandarillas de la Universidad Católica de Chile, cuyas exposiciones provienen de las obras de la Colección Joaquín Gandarillas Infante, que en su mayoría es arte religioso.

La Sala Gandarillas busca, en todas sus exposiciones, relevar la importancia del arte colonial americano mediante diferentes temáticas. Esta exposición en particular, dedicada a los terremotos y a las creencias populares que los acompaña en la zona del virreinato, se enfoca en dos imágenes muy importantes dentro de la cultura, tanto chilena como peruana, como lo es el Cristo de los temblores (también llamado el Taytacha de los temblores en Perú) y su versión local: el Cristo de Mayo. Ambas obras poseen una gran relevancia a nivel cultural, pero también están cargadas de símbolos potentes que nos recuerdan que vivimos en una zona sísmica y que desde tiempos de la colonia ha sido un tema contingente y presente en el territorio”, explica Daniela Rosenfeld, directora de Extensión Cultural de la Universidad Católica de Chile.

Esta exposición, además de vincularse fuertemente a lo religioso y estar relacionada con la visión de la Universidad, nos adelantó la conmemoración del décimo aniversario del terremoto de 2010, teniendo un especial respeto y prudencia para quienes fueron víctimas de ello. Fue visitada por 4.100 personas y se realizaron visitas guiadas, tanto para adultos mayores como para estudiantes.

Daniela Rosenfeld cuenta que “al igual que todas las exhibiciones de la sala, la muestra fue visitada por muchos devotos, quienes agradecieron la posibilidad de ahondar en conocimientos, ver nuevas representaciones y también conocer la historia paralela del Cristo de Mayo, comparándolo con su contraparte peruano. Sin embargo, la muestra fue, a su vez, visitada por muchas personas que no conocían bien la historia sobre el Cristo y que, dada la cercanía de la Universidad con la Iglesia de San Agustín, decidían, luego de ver la muestra, ir a visitar la figura real del Cristo”.