¿Cuál es tu papel en esta gran obra de teatro?
Dios adjudica a cada uno de nosotros un papel distinto en esta gran obra de teatro del mundo. ¿Sabes cuál es tu papel? Verónica Ibáñez, académica de la Universidad de los Andes, explica cómo y dónde descubrirlo, desde su propia vida profesional.
Hace años atrás, al terminar mi carrera universitaria en la UC, tuve la suerte de vivir en Roma unos años para continuar estudiando. Conocí entonces a una joven croata, Dragica, con la que trabé amistad. A través de nuestras conversaciones pude darme cuenta de que era una persona muy profunda. Recuerdo concretamente que una vez me explicó que ella veía la vida como una gran obra de teatro, donde Dios adjudica a cada uno un papel. Quizá el nuestro no sea brillante o notable, pero lo importante -me decía ella- es aceptarlo y desempeñarlo lo mejor posible. Esa imagen se me quedó grabada y me ha ayudado muchas veces a lo largo de mi vida. Mi amiga tenía mucha razón. Todos tenemos una vocación. Dios nos llama a este mundo a “algo”, hemos sido creados para desempeñar una misión. El Papa Francisco escribía: “Nuestra realización personal y nuestros proyectos de vida no son el resultado matemático de lo que decidimos dentro de un ‘yo’ aislado; al contrario, son ante todo la respuesta a una llamada que viene de lo alto” (1). Dios tiene un plan para cada persona. Nos ha dado a cada uno unos talentos, que la educación que recibimos nos ayuda a perfilar. Cada uno tiene que irlo descubriendo. Eso toma tiempo. No se suele desvelar todo de una vez. Con frecuencia los acontecimientos de nuestra vida nos van iluminando y nos muestran hacia donde podemos dirigir nuestras cualidades. La elección de una carrera es un primer paso. Luego, esa herramienta que es el título profesional permite que uno vaya afinando cada vez más cuál es la tarea que puede realizar conforme a sus cualidades y a las oportunidades que se le presentan. Hay ingenieros que terminan siendo profesores universitarios, parvularias que emprenden un negocio, psicólogas que trabajan en ONG´s, etc. La elección de una carrera no determina a una persona para siempre, aunque así lo sienta el alumno de IV° medio que rinde la Prueba de Transición Universitaria. Vocación es una palabra que puede emplearse en muchos sentidos. Proviene del latín vocare, que significa llamar. La vocación, decía, es un llamado. Se habla de vocación profesional para referirse a la inclinación que sentimos a dedicarnos a un determinado tipo de trabajo. Esa vocación está comprendida dentro de la vocación de cualquier cristiano a la santidad. Dios espera que cada uno de nosotros alcance el cielo, la cumbre del amor. Para la mayor parte de las personas, esa llamada se realiza en el mundo, donde vivimos y nos encontramos muy a gusto. A algunos, Dios los llama a apartarse de las realidades temporales y a servirle a través de una dedicación exclusiva. Los laicos somos los que estamos llamados a llevar a Dios todas nuestras ocupaciones en medio del mundo: la pintura, el ballet, la literatura, la biología, la ingeniería, la economía, la agronomía, etc. Un santo español canonizado en 2002 por San Juan Pablo II, explicaba en una de sus homilías: “Vuestra vocación humana es parte, y parte importante, de vuestra vocación divina. Ésta es la razón por la cual os tenéis que santificar, contribuyendo al mismo tiempo a la santificación de los demás, de vuestros iguales, precisamente santificando vuestro trabajo y vuestro ambiente: esa profesión u oficio que llena vuestros días, que da fisonomía peculiar a vuestra personalidad humana, que es vuestra manera de estar en el mundo; ese hogar, esa familia vuestra; y esa nación, en la que habéis nacido y a la que amáis”. (2) Esta tarea resulta un desafío apasionante. ¿Cómo puedo poner a Dios en la cumbre de mi trabajo? Es algo que cada uno debe plantearse cómo llevar a cabo. No hay ninguna tarea humanamente noble que no pueda ser convertida en lugar de encuentro con Dios. Puede parecer difícil en una sociedad secularizada, como la nuestra, que desconoce sus raíces cristianas y se burla de quienes creen en Dios. Sin embargo, esas dificultades no son motivo de desaliento, sino que espolean nuestro sentido de misión. Dios confía en mí, me ha otorgado esta parcela, que es mi trabajo profesional, para que desde donde me encuentro, procure hacer de mi ambiente, un lugar donde Cristo reine. El Papa nos animaba: “Si dejamos que nos abrume la idea de la responsabilidad que nos espera (…) o las adversidades que se presentarán, entonces apartaremos la mirada de Jesús rápidamente y, como Pedro, correremos el riesgo de hundirnos. Al contrario, a pesar de nuestras fragilidades y carencias, la fe nos permite caminar al encuentro del Señor resucitado y también vencer las tempestades. En efecto, Él nos tiende la mano cuando el cansancio o el miedo amenazan con hundirnos, y nos da el impulso necesario para vivir nuestra vocación con alegría y entusiasmo.” (3) Son palabras animantes, que podemos meditar para recuperar aliento cuando todo parezca arduo.
Si quieres conocer más de la vida profesional, te invitamos a ver este video:
Julián Álvarez nos habla de cómo Dios se pronuncia en su vida a través de “bengalas”: situaciones cotidianas que van marcando el camino que Él le tiene preparado, para así cambiar el mundo.
Fuentes:
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Mensaje del Santo Padre para la 57ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 24.03.2020
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San Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, n. 46
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Idem.