Corpus Christi: La procesión cusqueña en el arte virreinal
Un milagro eucarístico del siglo XIII fue el origen de la fiesta del Corpus Christi, que la Iglesia Católica celebra el jueves (o domingo, dependiendo del país) siguiente a la Solemnidad de la Santísima Trinidad.
En esta solemnidad, se da honor a la Eucaristía en un culto público y solemne de adoración, gratitud y amor, siendo la procesión del Corpus Christi una de las más importantes en la Iglesia Universal.
En este importante día, donde celebramos el Cuerpo y Sangre de Cristo, te invitamos a revisar una serie de pinturas que retratan cómo se celebraba la fiesta en el Cusco del siglo XVII.
Al igual que en Santiago, Cusco no quedó ajeno a la imprenta española tras la conquista de sus territorios. La antigua capital del Imperio Inca vivió una serie de transformaciones y adaptaciones, no sólo de su cultura, sino que también de sus tradiciones y festividades.
Los orígenes de esta fiesta se remontan a la celebración incaica de Inti Raymi, en honor al dios Sol. Con una gran muchedumbre, eran sacadas en procesión las momias de antepasados y antiguos reyes del Tahuantinsuyo, en andas de metales preciosos, creados especialmente para la celebración, para luego terminar con un gran festejo lleno de comida y bebidas.
Tras la llegada de los españoles durante el siglo XVI, la festividad del Corpus Christi es fusionada con esta antigua fiesta Inca, manteniendo matices andinos y reemplazando la procesión de los difuntos por imágenes religiosas, tales como las de la Virgen María y santos católicos. Todos participaban en la procesión, jugando un rol fundamental.
Dada la importancia de esta fiesta, y en el contexto del movimiento artístico del barroco iberoamericano (donde la mayor parte de la producción artística se relacionaba a motivos religiosos), se crea la serie de pinturas del Corpus Christi.
El retrato cusqueño de la festividad
La serie consta de quince piezas, de aproximadamente 2 mts. de alto por 2,5 mts. de largo, que fueron pintadas en óleo sobre tela, entre 1680 y 1685. Aunque se desconocen sus autores, se sabe que pertenecieron a seguidores del artista Diego Quispe, uno de los máximos exponentes de la Escuela Cusqueña. Durante mucho tiempo, estuvieron ubicadas en la parroquia Santa Ana de Cusco, pero actualmente se encuentran repartidas entre el Museo Arzobispal de Cusco y la colección Peña Otaegui, en Santiago de Chile.
Las piezas describen principalmente las distintas etapas de la procesión del Corpus Christi en Cusco, siendo representadas desde el inicio; liderados por el obispo que lleva el palio, seguidos por los distintos santos en andas: San Juan Bautista, San Pedro, San Sebastián, San Santiago, entre otros. Y por las distintas órdenes religiosas: bernardos, agustinos, franciscanos, dominicos y mercedarios.
A continuación, te presentamos parte de esta serie artística, donde la tradición, el arte y la sociedad cusqueña se ven representadas y reflejadas.
La última cena
Imagen: Arte Colonial Americano
Las Cofradías de cuatro santos, dos jesuitas y uno no identificado
Imagen: Arte Colonial Americano
Las Cofradías de San Juan Bautista y San Pedro
Imagen: Arte Colonial Americano
Las Cofradías de Santa Rosa y “La Linda”, una advocación cuzqueña de María
Imagen: Arte Colonial Americano
La Parroquia de San Blas
Imagen: Arte Colonial Americano
La Parroquia del Hospital de los Naturales
Imagen: Arte Colonial Americano
Parroquia San Cristóbal
Imagen: Arte Colonial Americano
La Parroquia de Santiago
Imagen: Arte Colonial Americano
Los Frailes Mercedarios
Imagen: Museo Arzobispal de Cusco
Los Frailes Agustinos
Imagen: Arte Colonial Americano